4. La identidad de Fe y Alegría, en consecuencia, brota de y se manifiesta en una espiritualidad encarnada que se esfuerza por testimoniar en todo su hacer y en el modo de proceder la misión y los valores que proclama. Espiritualidad que apuesta por el más necesitado, que siente compasión por el dolor ajeno y que está comprometida en transformar la realidad que le rodea. Espiritualidad que supone una conversión continua -pues nos reconocemos barro frágil y débil pero barro avivado por el Espíritu-, para hacer cada vez más nuestro el proyecto y el estilo de vida de Jesús. En Fe y Alegría identidad y espiritualidad se exigen mutuamente y vienen a ser como las dos caras de una misma moneda, hasta el punto en que podríamos afirmar que la identidad de Fe y Alegría es una identidad espiritual, o que la espiritualidad es la raíz de nuestra identidad.
IDENTIDAD Y ESPIRITUALIDAD DE FE Y ALEGRÍA.
PARACOMENZAR
Si conoces desde hace mucho tiempo a una persona con una identidad y espiritualidad definida, gran lectora y soñadora. Que en su imaginación competa con los héroes de sus cuentos, logrando conquistas, multiplicando rebaños, superando peligrosas aventuras.
¿Qué pensarías? Mira cómo el poder de soñar ha llevado a tantas personas a marcar la historia de Colombia.
PADRE JOSÉ MARÍA VÉLAZ S.J.
Educar es hacer hombres y mujeres en plenitud, que conciban la vida como servicio a los grandes ideales.
El padre José María Vélaz nació en Roncagua, Chile, de padres españoles. Los años y las distancias no lograron borrar esta raíz. Al contrario, le dieron profundidad, integración, globalidad. Los perfiles localistas se sublimaron. Al profundo afecto a la patria chica se sumó una visión de gran familia de pueblos hermanos con un destino común.
La prematura muerte del papá, cuando José María, el mayor de cuatro hermanos, tenía cinco años, introdujo fuertes cambios en su vida.
El viaje de la familia a España le puso en contacto con los jesuitas. San Ignacio de Loyola y san francisco Javier, les serán familiares desde la infancia.
José María fue gran lector y soñador. En su imaginación competía con los héroes de sus cuentos, logrando conquistas, multiplicando rebaños, superando peligrosas aventuras.
Realiza sus estudios de bachillerato en Tudela (Navarra). El ambiente misionero de las lecturas del "siglo de las misiones", y aquel grandioso cuadro de san Francisco Javier, pintado por el hermano.
Fundaría Fe y Alegría para vivir a plenitud su vocación de Misionero.
En 1.960 se separó de la Universidad Católica, para dedicarse a tiempo completo a Fe y Alegría que en esos momentos ya contaba con 6.000 alumnos en los barrios marginados de Caracas y comenzaba a extenderse a Maracaibo, Valencia, Barquisimeto y el Oriente.
Cuando ya Fe y Alegría contaba en 1.964 con más de 10.000 alumnos en Venezuela pasó a fundarla en el Ecuador. Posteriormente en 1.965 a Panamá y en 1.966 a Perú. Fe y Alegría penetró con gran éxito en Bolivia en 1.966 y siguió un crecimiento por Centro América y Colombia, El Salvador, Nicaragua y Guatemala, siguiendo un Proyecto Continental de alcanzar todos los Países Iberoamericanos.
Desde 1.974 dedicó su tiempo junto con una preocupación general al fortalecimiento de la Obra, a la iniciación del Campamento y de la Escuela de Artes Aplicadas de San Javier del Valle de Mérida, como un Programa Piloto, para todo el resto de Fe y Alegría.
Luego decidió enfrenta un nuevo reto: La creación de una cadena de escuelas agropecuarias en los llanos. Su primer proyecto fue San Ignacio del Masparro. A diez kilómetros de Dolores, en el Distrito Libertad del Estado Barinas comenzó su labor. En San Fernando de Apure, la escuela agropecuaria Padre Gumilla, sería el otro polo de la cadena.
Su último viaje le llevó hasta Caicara, Puerto Ayacucho, la Gran Sabana, para explorar la creación de escuelas para los indígenas. A su regreso a la escuela del Masparro le sorprendió la muerte, el 18 de julio de 1985.
Como siempre espero les guste esta información y se adapte a las necesidades de la CEACSJV que tan amable y desinteresadamente integra, apoya, colabora y comparte todo el contenido de este tan importante Blog que mantiene viva los recuerdos de quienes hemos hecho vida en tan hermosa institución.
EL NOMBRE DE FE Y ALEGRÍA
Un nombre bien puesto equivale a una definición. Es como una fotografía. El nombre de Fe y Alegría no surgió así, a la primera. Fue un nombre que Padre José María discutió mucho con sus colaboradores y que por fin, prefirieron a otros. Querían un nombre que describiera lo que iba a ser esa obra que estaba comenzando. Un nombre que pudiera izar como una bandera, que fuera como el "santo y seña" de los valientes que se enrolaran bajo ella.
Poco a poco empezó a sonar el nombre de Fe y Alegría. A algunos no terminaba de gustarles. Decían que no expresaba nada concreto, que no tenía fuerza, que resultaba muy abstracto. El Padre Vélaz repetía ese nombre muchas veces en silencio de su alma y cada vez le gustaba más. "repítalo en su corazón y oirán lo bello que resuena", les decía. El nombre, de tanto repetirlo, les fue sonando bello a todos. Se fue abriendo sobre ellos como un árbol y ya los estaba cobijando.
El nombre está formado con dos virtudes que bastan para llenar de plenitud la vida. Si uno tiene Fe y tiene Alegría, le sobra casi todo lo demás. La fe es una fuerza irresistible. La fe, nos dice Jesús en el evangelio, es capaz de mover hasta montañas.
Al colocar la Fe en el inicio de su propio nombre, Fe y Alegría está proclamando que es una obra de servicio cristiano a los niños y jóvenes más necesitados del país. Y está afirmando que, al confesar su fe en DIOS, cree en el hombre- en todos los hombres, por haber sido creados a imagen de DIOS y ser hermanos de Jesús.
La alegría es contagiosa. Las personas alegres transmiten alegría. Por eso, el Padre José María Vélaz siempre quiso que los maestros de Fe y Alegría fueran personas alegres, que tuvieran la cualidad más importante de todo verdadero educador: el amor a los alumnos.
Las escuelas tenían que ser manantiales de alegría, lugares donde se practicara el deporte, la música, el baile, el teatro, las danzas, las excursiones..., es decir, todo aquello que fuera una fiesta para los músculos, para los sentidos, para la mente, la imaginación y el corazón. Todo lo que fortaleciera la amistad, la confianza, el coraje, la fe.
Fe y Alegría es una obra de permanente juventud, audaz para enfrentar las dificultades, valiente para emprender nuevos retos, generosa para abrirse siempre a los demás.
La noche antes de su muerte, se sentía el Padre José María Vélaz especialmente feliz. Después de muchos esfuerzos, había conseguido por fin una maestra para su escuela naciente del Masparro. Quiso que, en esa noche, todos cenaran juntos, y después estuvieron cantando y celebrando.
Cuando, en la madrugada del 18 de julio de 1985, les sobrevino el infarto, su preocupación fue que se enteraran las maestras para que no se preocuparan ni se llevaran una mala impresión.
Después, cuando adivino que ese dolor tan fuerte era DIOS que le llamaba, pidió una oración y montado sobre ella, se marchó con la mañana y con el río a seguir soñando y dando vida en el océano del cielo.